Los legisladores Andrés De Leo, Marcelo Feliú, Nidia Moirano y Ayelén Durán, presentaron el proyecto de ley de aplicación para la ciudad de Bahía Blanca y el partido homónimo, con el objetivo de declararla “Capital provincial del Cooperativismo”.
“La influencia de la inmigración de principios del siglo pasado trajo las ideas que hoy siguen levantando más de sesenta entidades cooperativas”, fundamentaron.
Los legisladores argumentaron su pedido en que “(la ciudad) se caracteriza por tener una muy rica experiencia en materia de cooperativas, mutuales y otras formas organizativas de la economía social y solidaria”.
La ciudad cabecera, fundada el 11 de abril de 1828 por el coronel Ramón B. Estomba, cuenta actualmente con más de trescientos mil habitantes y se destaca como un importante polo portuario, industrial, comercial, universitario y cultural. “En el territorio bahiense, que en sus orígenes también abarcaba el espacio geográfico que hoy conforman los partidos de Coronel Rosales, Puan, Tornquist y Villarino, se ha desarrollado un movimiento cooperativo muy pujante y diverso”, dijeron.
“La inmigración europea fue difusora en nuestras tierras de sus ricas experiencias cooperativas. En tal sentido es necesario recordar a la Legión Agrícola Militar Italiana que arribó a Bahía Blanca en 1856 con la propuesta de una “agricultura progresista” organizada como empresa cooperativa donde cada uno de sus miembros tenía la libertad de ejercer sus propias actividades rurales”, agregaron.
Constitución de las primeras cooperativas
De la pronta difusión y recepción de los valores y principios solidarios en el entorno bahiense dan fe la constitución de cooperativas de los más diversos tipos.
Así pueden mencionarse los casos de: cooperativas de consumo en Ingeniero White (1912), Punta Alta (1913) y Bahía Blanca (1919 y 1920), de cocheros (1918), eléctricas en Ingeniero White (1924), Punta Alta (1926) y Bahía Blanca (1934), de seguros (1923), de crédito mutuo (1926), de camioneros (1932), de tamberos (1932), de pavimentación (1935), de pescadores (1942) y agrícologanaderas (1943), a las que más tarde siguieron cooperativas de matarifes, de almaceneros, de horticultores, de apicultores, de fotógrafos, de repuesteros, de vivienda, cajas de crédito barriales y bancos.
“Además -agregaron los senadores bahienses-, están las experiencias del cooperativismo de trabajo, que desde 1915 a la fecha ha ido desde el estibaje portuario hasta medios de comunicación social, pasando por el inestimable aporte de una cooperativa de estudiantes universitarios en los años de la última dictadura militar”.
A este movimiento cooperativo bahiense que, con sus altas y bajas, suma actualmente más de sesenta entidades locales de primer grado activas, debe sumarse la presencia de sucursales de numerosas cooperativas de alcance nacional.
“En el transcurso de esta historia social de un siglo y medio en el sur bonaerense, los emprendimientos solidarios continuaron brindando todo tipo de servicios, con clara orientación solidaria, con sostenibilidad e innovación, con producción, servicios y consumos responsables, con finanzas éticas y reconocible preocupación por la comunidad”, finalizaron.