Por la no violencia contra la mujer. En la Argentina, se registra una víctima por femicidio cada 32 horas

El reciente 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, una fecha de reflexión y de acción en protección de las mujeres y en contra del maltrato

Por la no violencia contra la mujer. En la Argentina, se registra una víctima por femicidio cada 32 horas

Cuando hablamos de maltrato nos estamos refiriendo a todas aquellas acciones que actúan en contra de las mujeres desde distintas perspectivas.

De hecho, la Organización de las Naciones Unidas las clasifica en siete bloques:

– Violencia contra mujeres y niñas en el ámbito privado

– Violencia sexual

– Violencia en línea o digital

– Femicidio

– Trata de personas

– Mutilación genital femenina

– Matrimonio infantil

Orígenes

Las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa, habían nacido y crecido en una familia de buena posición de República Dominicana, en la localidad de Salcedo. Desde muy  jóvenes habían levantado la voz contra el dictador de la isla, Rafael Leónidas Trujillo.

Corría la década de 1960 cuando fueron juzgadas, junto con sus maridos, por denunciar en diversas ocasiones los desmanes del dictador. Por eso fueron torturadas, violadas y encarceladas.

Una vez que recuperaron la libertad fueron secuestradas mientras iban en su auto, torturadas hasta la muerte y arrojadas a un barranco para simular un accidente. Era el 25 de noviembre de 1960.

Así fue que se convirtieron en un símbolo en República Dominicana y en el resto del mundo.

Desde 1981, justamente en homenaje a estas mujeres, en América Latina se conmemora el Día Internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer.

Los números

A pesar de estas acciones, a escala global, la ONU informa que el 35 por ciento de las mujeres (una de cada tres) ha experimentado alguna vez violencia física o sexual por parte de una pareja íntima o violencia sexual por una persona distinta de su pareja.

Sin contabilizar en estos números el acoso sexual, que sumado a lo mencionado anteriormente eleva la cifra al 70 por ciento.

Cada día, 137 mujeres son asesinadas por miembros de su propia familia y apenas el 40 por ciento de quienes experimentan violencia buscan algún tipo de ayuda.

La ONU menciona asimismo que es muy importante a tener en cuenta que si bien no todos los tipos de violencia son iguales, sí dejan secuelas psicológicas, puesto que dejan una huella muy negativa y duradera podría decirse, incluso, más que la física.

América Latina es el continente con mayor violencia hacia la mujer, después de África. En la Argentina, los números indican una víctima por femicidio cada 32 horas. Una cifra que no se ha logrado reducir, más allá de las campañas en marcha, de la visibilización de los medios de comunicación, de las movilizaciones, de las campañas en la valoración de la mujer para dejar de ser víctimas del patriarcado en nuestro país y en el mundo.

Legislar en favor de la mujer

La igualdad reconoce la equiparación de todos los ciudadanos con respecto a derechos y obligaciones. Y si bien existen leyes que reconocen, protegen y activan políticas de igualdad de género, la vida cotidiana pone siempre a la mujer en un lugar de desigualdad.

Claramente puede verse en el acceso a oportunidades laborales en un mundo de hombres, en la desigualdad salarial, en la violencia machista social, en las redes, en los esquemas de género que prevalecen en ciertos oficios, en las pretensiones de “buena presencia” que cultivan la preponderancia de cuerpos hegemónicos aceptados culturalmente en lugar de la capacitación y de la formación laboral propiamente dicha.

Las redes sociales también fomentan estas formas de violencia hacia la mujer, ya que reproducen esquemas de género, relaciones asimétricas y violencias machistas.

El riesgo de sufrir acoso en las redes es mayor entre las mujeres jóvenes y adolescentes, a las que muchas veces les cuesta verbalizar o compartir ese acoso que está inundado de comentarios peyorativos hacia su físico, con la difusión de imágenes íntimas, insultos de neto corte sexual, en fin… las formas son muy variadas pero el contenido es el mismo, desvalorizar a la mujer por el mero hecho de serlo.

La educación tiene que tomar la posta. Porque el entorno escolar, que educa desde lo formal desde temprana edad, tiene la oportunidad de intervenir sobre este entramado normativo, para visibilizar lo que subyace bajo el patriarcado, y finalmente tiene la oportunidad y las herramientas para trabajarlo desde que las niñas y los niños son pequeños.

Sin dejar de tener en cuenta que la educación de los niños es tan importante como la de las niñas, porque ellos claramente visibilizan y exponen la imagen y formación que reciben desde hogares, a veces tan machistas como desgarradores, con figuras maternas cercenadoras y desvalorizadoras, tanto de la mujer como del varón.

Sin tiempo y sin descanso

Hablar de la no violencia hacia la mujer es un desafío sin descanso. Es una tarea sin fin. Porque es de la única manera que lograremos construir un mundo en igualdad, donde no solo todos tengamos las mismas obligaciones, sino también los mismos derechos. Tan sencillo e importante como eso.

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