Hace un par de años, en una entrevista, Ángel Chana, un apasionado por las maravillas del cielo, pionero y fundador del Centro de Observación Astronómica de Monte Hermoso, hablaba sobre las cosas bellas de la naturaleza como regalos del universo que están allí, que se ofrecen ante los ojos de quienes quieran mirar.
Esa misma pasión es la que se puede percibir en Gonzalo y Rodrigo, herederos de tanta sabiduría, de esa que no se aprende de los libros sino del compartir, del experimentar, del contemplar.
En una charla muy amena contaron sobre sus recorridos por la astronomía, lindas anécdotas sobre el tiempo compartido con Ángel y el arduo trabajo que conlleva el proyecto del Centro Astronómico.
Hoy forman parte de la comisión directiva 11 miembros; Gonzalo Lastra es su presidente y Rodrigo Santander es vocal titular. La labor que realizan es ad honorem.
Este grupo humano que se reúne semanalmente y abre el observatorio al público los viernes por la noche, hace todo tipo de tareas, desde la atención a los visitantes, la organización y el dictado de cursos, talleres y charlas; el mantenimiento de los equipos y del lugar en general, la difusión a través de sus redes sociales, cuestiones administrativas y financieras.
En fin, una innumerable lista de quehaceres que llevan adelante no solo por disfrute personal o por “amor al arte”, sino también como un aporte a la comunidad, porque entienden a la astronomía como un saber existencial y fascinante, y ven al cielo como un recurso natural tan trascendental como lo son el mar, la tierra y el aire.
Preocupación
En este punto conversamos acerca de la preservación del cielo nocturno y la preocupación que les genera la llegada de un nuevo barrio de viviendas que se proyecta muy cerca del observatorio. Se trata del loteo de 10 hectáreas municipales que prácticamente será lindero al predio del Centro Astronómico.
Explican sobre la contaminación lumínica que “afecta la percepción de astros más débiles, dificultando la observación de galaxias, nebulosas y otros objetos celestes”. Además, según el material teórico que nos facilitaron, este tipo de contaminación no solo perjudica a la astronomía sino al medio ambiente en general, y se genera por el mal uso de la iluminación exterior.
Desde el desperdicio de energía por luminarias mal dirigidas (“la mayoría apunta al cielo”) hasta la alteración de los ciclos circadianos de humanos y animales: “Es el ciclo de 24 horas entre el día y la noche, que al verse afectado por la luz artificial genera alteraciones en los procesos fisiológicos de casi todos los organismos”. Entre otras consecuencias.
Aunque están a favor del crecimiento y el progreso, sobre todo tratándose de viviendas, futuros hogares de muchos montermoseños, lo que plantean y de algún modo reclaman es la no previsión en cuanto a las consecuencias que el nuevo barrio tendrá indefectiblemente sobre las prestaciones y posibilidades del observatorio.
Expectativas
Agradecidos con el municipio, que les ha brindado siempre su colaboración y apoyo, que no solo les ha cedido la tierra para su instalación sino también los materiales y la mano de obra para la edificación, que aún falta terminar. Pero tristes, porque sienten que el esfuerzo, la dedicación y la perseverancia con la que han trabajado tantos años, se desvanece ante la inminente llegada de nocivos faroles apuntando al cielo.
Esperanzados de que los consulten y los hagan partícipes del nuevo proyecto, porque aunque el daño será inevitable existen formas de atenuarlo. Dispuestos a proponer soluciones, como por ejemplo la utilización de luminarias adecuadas que dirijan y concentren la luz hacia el suelo y a los objetos, como también el uso de lámparas de baja presión de sodio o lámparas LED ámbar, entre otras sugerencias.
La posibilidad de una ordenanza municipal que indique algunos lineamientos y establezca ciertos parámetros sería de gran ayuda para la preservación del cielo como recurso natural, existiendo precedentes al respecto; lo ven como una alternativa.
Mientras tanto, aguardan una entrevista con el intendente Marcos Fernández, quien accedió a escuchar sus inquietudes.
El Centro de Observación Astronómica de Monte Hermoso tiene actualmente alrededor de 80 socios, que abonan una cuota mensual de 200 pesos. Con eso y algunas donaciones de particulares, más lo recaudado con las rifas que realizan eventualmente, se las rebuscan para pagar los gastos, comprar materiales para la fabricación de nuevos instrumentos e incluso adquirir nuevos telescopios.
Ya casi tienen la personería jurídica, confían en que eso les abrirá más puertas. Sueñan con expandirse, su techo es el mismísimo universo.
Dejamos el observatorio con la sensación de que sus 24 años de trayectoria y el reconocimiento que tiene a nivel provincial y nacional, fruto de la inagotable energía de personas como Gonzalo y Rodrigo y del infinito legado del querido y recordado Ángel Chana, ameritan un mayor compromiso por parte del municipio y de toda la comunidad.