La ciencia avanza constantemente en la búsqueda de nuevas formas de mejorar la calidad de vida. En este contexto, la kinesiología está impulsando una especialización que trasciende lo estético para abordar la salud de la piel desde un enfoque integral. Se trata de la kinesiología dermatofuncional, una disciplina que combina terapias kinésicas con el tratamiento de lesiones, alteraciones cutáneas, quemaduras y secuelas de quimioterapia, entre otras afecciones.
El desarrollo de esta especialidad aún es incipiente en Argentina y, en muchos casos, se la sigue asociando exclusivamente con tratamientos estéticos. Sin embargo, en países como Brasil y Chile ya cuenta con un mayor reconocimiento dentro del ámbito de la salud. Con el objetivo de fortalecer la disciplina y jerarquizar su formación, el Colegio de Kinesiólogos de la provincia de Buenos Aires (CoKiBA) viene trabajando para ampliar su alcance y difundir sus beneficios.
El licenciado Mauro Canal, pionero en esta especialidad y miembro del grupo de trabajo sobre el tema en CoKiBA, explicó que la kinesiología dermatofuncional aún enfrenta desafíos para su inserción en el sistema de salud pública. Según detalló, se trata de una herramienta fundamental en el tratamiento de diversas afecciones cutáneas y su impacto va mucho más allá de los parámetros de la belleza.
Esta disciplina abarca diversas áreas de intervención que combinan técnicas kinésicas con el uso de agentes físicos y tópicos. Su aplicación en dermatología permite abordar patologías como acné, rosácea y alopecia, mientras que en endocrinología se enfoca en las alteraciones cutáneas vinculadas a enfermedades hormonales. También tiene un papel clave en la rehabilitación de heridas agudas y crónicas, el tratamiento de quemaduras y la optimización de la recuperación en cirugías. Además, interviene en afecciones vasculares y en la mitigación de los efectos de la quimioterapia y radioterapia sobre la piel.
Uno de los aspectos fundamentales de la kinesiología dermatofuncional es el trabajo interdisciplinario. Canal subrayó la importancia de la colaboración con médicos, psicólogos y nutricionistas para ofrecer un tratamiento integral a cada paciente. Destacó que el trabajo aislado no tiene sentido en la rehabilitación y que cada caso requiere la intervención de distintos especialistas para lograr una recuperación efectiva.
El futuro de esta especialidad en Argentina es prometedor, aunque aún quedan varios desafíos por delante. Según Canal, es necesario formalizar su enseñanza a través de un posgrado específico y fomentar la investigación científica en el área. A medida que más profesionales se formen y aumenten los estudios sobre el tema, la kinesiología dermatofuncional podrá expandirse y consolidarse dentro de los equipos de salud en el ámbito público y privado.
En países como Brasil y Chile, la disciplina ha logrado una mayor formalización e integración en el sistema hospitalario. Procedimientos avanzados como la aplicación de toxina botulínica y la carboxiterapia ya son parte de su práctica, lo que representa un modelo a seguir para Argentina. Desde el grupo de interés dermatofuncional de CoKiBA vienen trabajando en la difusión de la especialidad tanto entre los kinesiólogos como en la comunidad en general, con el objetivo de que sea reconocida e incluida formalmente dentro de la formación profesional.
El impacto de la kinesiología dermatofuncional va más allá de la estética. Una cicatriz o una lesión en la piel son alteraciones visibles que pueden afectar la calidad de vida de las personas. Por ello, esta disciplina no solo se ocupa de mejorar la apariencia, sino también de acompañar procesos de recuperación complejos relacionados con la piel, el órgano más extenso del cuerpo humano y nuestra primera barrera de protección frente al medio externo. Canal confía en que la especialidad continuará creciendo y superando prejuicios, consolidándose como una herramienta clave dentro del campo de la kinesiología y la salud.