Hace unas semanas la noticia fue tendencia en las redes sociales y en cuestión de minutos se propagó por los distintos medios de prensa nacionales: “en Monte Hermoso pescaron una mantaraya de casi 150 kilos de peso y tres metros de largo”.
Fue en la zona de la Desembocadura del Sauce Grande y la capturaron, desde la costa y tras dos horas de “lucha”, un grupo de pescadores que enseguida y tras la foto de rigor, la devolvieron al mar.
Mucho se dijo sobre el pez, que no era frecuente visualizarlo en estas aguas y que suelen aparecer en grupos a kilómetros de las playas brasileras.
“Esta raya es un individuo de la familia Dasyatidae (tipo látigo), se lo define como un batoideo (peces de cuerpo deprimido y ancho, con las aletas pectorales soldadas a los márgenes de la cabeza y con las hendiduras branquiales en posición ventral), es decir una especie pariente de los chuchos, los torpedos y las rayas comunes que solemos ver con frecuencia”, explicó el biólogo Juan Martín Cuevas, quien además es el fundador y actual director del proyecto “Conservar Tiburones en Argentina”.
“No es común que aparezca este tipo de batoideo en nuestra línea atlántica, acá son más comunes los chuchos y las guitarras grandes. Además, son especies que interactúan muy poco, por no decir casi nada, con la pesca deportiva”, subrayó el investigador marplatense de 47 años.
-Sí, aunque es una especie distinta, es de la misma familia que la que mató al australiano Steve Irwin, el domador de cocodrilos que en 2006 murió a causa de la perforación que le ocasionó -en su pecho- el aguijón de un pez raya mientras nadaba en las aguas de Queensland, Australia. Al igual que los chuchos, hay que tener muchísimo cuidado porque cuentan con una chuza (o cola) que, si se ven acorralados o los pisás mientras están tapados por arena, te la pueden clavar.
“A un adulto lo puede mandar al hospital, a un nene de corta edad lo puede llegar a matar. Igual es difícil, depende de varios factores, como la cantidad de veneno que te puede transmitir y el estado de salud de la víctima. Aunque los síntomas son claros: produce hinchazón y, en la mayoría de los casos, infección. Esos arpones o espinas están alojados en la base de la cola”.
“Se ven muy pocas rayas de semejante envergadura, y eso es un buen indicador para la salud del ecosistema marino; al no haber sido atacada por depredadores pudo crecer, desarrollarse y llegar a un tamaño fuera de la común”.
-¿Macho o hembra?
-No lo sé, porque no hay ninguna foto de la posición ventral del animal; no lo dieron vuelta. Era un buen dato, igualmente lo mejor es que lo devolvieron al agua para que pueda seguir viviendo y equilibrando el medio ambiente del mar.
“Cuando se lo pesca, además de devolverlo al mar, no hay que cortarle la cola como hacen muchos. Ese es un mal hábito entre los pescadores del mar argentino, lo primero que hacen, por precaución, es cortarle la cola, aunque ese acto no tiene ningún sentido: el animal puede morir desangrado y, si no lo vas a consumir, es una acción de crueldad total. Hay que comenzar a revertir ese hábito.
“Cuando con tu caña capturás un animal así, hay que llamar a alguien entendido en la materia para saber que especie es y que cuidados hay que tener. Como es raro sacar un pez así, lo bueno es fotografiarlo y, si se puede, filmarlo para que el especialista tenga ese material. En el caso de los batoideos, darlo vuelta para poder saber el sexo”.
-¿Y publicarlo en las redes sociales?
-Por supuesto, pero también tomar contacto con nosotros, a través del Facebook o el Instagram de Conservar Tiburones en Argentina. Y tratar siempre de sacarle el anzuelo con cuidado y devolverlo al agua lo más rápido posible; primero hay que cuidar la salud de uno y después la integridad del animal.