Escribe Néstor Machiavelli
Por ahora seguimos soñando, la copa no tiene dueño, es de los dos.
Mañana habrá vencedores y vencidos. Festejos en la Torre de Eiffel o euforia en el Obelisco. Así es la cosa, siempre dos caras de la misma moneda, alegría y tristeza que atraviesan la condición humana desde el fondo de los tiempos.
El fútbol siempre da revancha, habrá otros mundiales para el desquite, pero mañana se despide Messi y eso no tiene vuelta. Comenzará a escribirse la leyenda del pibe de Rosario y sería una pena que se vaya sin esta copa porque la merece. Si se hace y mañana cantamos, él y nosotros tocaremos el cielo con las manos.
Ayer, Adidas anunció que en todo el planeta se agotaron las camisetas con el 10 en la espalda. Messi es planetario y encima lo quieren. Es por su magia que la Argentina tiene hinchada mundial.
Cientos de millones de personas disfrutamos sus malabares y genialidades con la pelota. Para los pibes de la tierra con la guerra que desangra a Ucrania y están por ejecutar a un jugador iraní acusado de ofender a Dios, Messi es un ícono; un ídolo superior a los violentos de la vida real y de los videojuegos. Messi dispara ráfagas de gambetas, lanza misiles, combate, es soldado y comandante del fútbol. En vez de tragedia infunde alegría. En buena hora un superhéroe desarmado que triunfe sobre los malos.
Imbéciles hay en todas partes. Aparece un comentarista que busca fama y sin temas de debate en la TV de Madrid porque España se fue en cuartos, nos torea con una capa roja de vergüenza ajena por lo que dice y luego desdice.
Otro, desde Estados Unidos “analiza” las razones por las que no hay jugadores de tez morena en nuestra selección, saca conclusiones propias del desconocimiento y termina derrapando, en la banquina del ridículo.
Es cierto que Francia es un equipo formado en su mayoría por jugadores de primera o segunda generación de padres africanos. Nosotros también descendemos de los barcos, solo basta repasar los apellidos, con la diferencia que los pibes de la selección vienen de bisabuelos o tatarabuelos inmigrantes.
Mbappe tiene padres africanos pero nació en Francia. No hay dudas, es francés, jugador extraordinario, pero ordinario y soberbio en lo que declara. Todo lo que le sobra de talento le falta de humildad. Messi es la contracara, para decirlo en clave de fútbol, en esta le gana por goleada.
Se aproxima el día que esperamos durante 36 años.
Disfrutemos este sábado de vigilia que se olfatea un domingo de gloria.
PD: ¡Dios me escuche!!!