“Nacido en la pobreza, criado en la lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí bueno…he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda la escala de los valores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo…he escrito algo bueno entre mucho indiferente.
Sin fortuna, que nunca codicié, porque era bagaje pesado para la incesante lucha, espero una buena muerte corporal.
Pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé. Mejor dejar por herencia millares de ciudadanos en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio…para que todos participen del festín de la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas” – (Weimberg Félix. Vida e Imagen de Sarmiento).
Septiembre nos empuja a Sarmiento. Hace días me sorprendió descubrir que, en la ciudad de Boston, en una de sus principales avenidas podemos encontrar una escultura de Sarmiento, ¿me pregunte por qué? Investigué si había sido esculpido aquí en su tierra.
Primera intuición respondida: Sarmiento viajó en dos oportunidades a EEUU, en la segunda lo hizo como enviado del presidente Mitre para un programa educativo de colaboración para la Argentina. Razón por la que es muy adecuado rendirle allí un homenaje, por el influjo que el concepto de la educación igualitaria, gratuita y laica ejerció en su pensamiento, su obra y carrera política.
Menos grata y elocuente resulta la conmemoración del Gran Educador en nuestra tierra. Es en Palermo, precisamente en el Parque Tres de Febrero (fecha de la Batalla de Caseros- fin al rosismo), en el espacio donde se hallaba la quinta de Rosas, donde se decidió erigir la estatua de Sarmiento
La obra se le encargo nada menos que a Rodin, quien mediante fotografías fue tallando una pieza de más de dos metros, en bronce, con pedestal de mármol y base de granito. El día de la inauguración ocurrió un escándalo al quitar el velo que la cubría, pues se verificó que era espantosa, poco tenía que ver con el rostro del maestro. Y si bien se le pidieron modificaciones al escultor, no accedió a realizarlas, por lo que se sigue exhibiendo a la vista de turistas y argentinos.
Esto nos pone frente a uno de nuestros dilemas: ¿Por qué maltratamos a personajes lucidos de nuestra historia? En nuestro contexto: ¿Qué es lo que hace que nuestras convergencias-divergencias asuman el tenor de lo irresuelto? ¿Por qué nos resulta tan difícil como pueblo asumir la diversidad? La controversia excede este espacio, pero me permito considerar algunos rasgos hoy.
Existencialmente Sarmiento encarna al típico hombre de su tiempo: de origen muy humilde, hijo de un soldado arriero ausente y una madre pobre. Lo que le impidió acceder a una educación formal, pero no abdicar de ella, debió escapar a Chile perseguido por la dictadura Rosista (es celebre su mensaje ”las ideas no se matan”). Allí se volvió autodidacta, estudió inglés, francés y alemán, así como también comenzó su incursión en el periodismo como corrector.
Desde muy pequeño conoció las privaciones, la adversidad que le resultó pedagógica. De él aprendemos que las circunstancias adversas cultivaron la pro-vocacion. Obedeciendo a ellas, segundo aprendizaje, se convirtió en funcionario (concejal, Director General de Escuelas, Senador y presidente de la República). Es en la escritura donde encontramos plasmada su visión política de la argentina, su abundante producción le permitió exponer su programa como futuro primer mandatario.
Soldado y cronista en la guerra del Paraguay, fue un viajero incansable, buscador curioso. Le gustaba decir que “los viajes son el complemento de la educación de los hombres”, elevan el espíritu y perfeccionan las ideas. Tercer aprendizaje y la enumeración podría no tener fin. Como verdadero hombre asumió su propia contradicción, no logró ser “políticamente correcto”, su temperamento y el ideal lo excedían, le costaba asumir que el trascurso de la vida deja el dilema irresuelto.
Esta disonancia es precisamente lo que lo exalta. Su contradicción no nos resulta ajena hoy, en USA veneran a Sarmiento, lo entronizaron en Commonwealth en una preciosa avenida arbolada. ¿Y en Argentina?, por la fuerza de la yuxtaposición lo erigimos en Palermo, donde se había dinamitado la quinta de su más encarnizado enemigo. Como si la estética de un monumento (que a la sazón resultó desagradable) pudiera resolver la identidad de una Memoria conflictiva.
Sarmiento también ha sido retratado en el cine argentino, el film Su mejor alumno (1944) es un homenaje a su vida, su personalidad y su legado. Narra la vida de su hijo, Domingo Fidel, aportándonos un doble costado de su personalidad. Dirigida por Lucas Demare, es el mismo realizador de La guerra gaucha (1942), considerada durante mucho tiempo la mejor película de nuestro cine.
Hoy como ayer el dilema se impone: Boston vs Palermo-Educación vs Barbarie-Controversia vs Corrección. Su drama, se vuelve urgente para nosotros, nos invita a un camino de desplazamiento, apertura y construcción comunitaria. Re-propone la urgencia de generar procesos, única alternativa a lo Por-venir. Cuarta enseñanza.
Si lo aceptamos, puede convertirse en un compañero de camino en el dilema entre lo Estético (modo de tratar su persona) y lo Ético (afrontar su contradicción política).
Algunas de sus obras
- Mi defensa.
- Facundo o Civilización y Barbarie.
- Método gradual de enseñar a leer el castellano.
- Viajes por Europa, África y América.
- De la educación popular.
- Argirópolis.
- Recuerdos de provincia.
- Campaña del Ejército Grande, 1852.
- Comentario a la Constitución de la Confederación Argentina, 1853.
- El Chacho, 1865; sobre el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza.
- Las escuelas, bases de la prosperidad, 1866.
- Vida de Dominguito, 1886; sobre su hijo adoptivo, muerto en la Guerra de la Triple Alianza.