Por Marcelo Di Pascuale *
La mole de hierro, la más alta de Sudamérica entre las de su tipo (de estructura abierta), apagó su luz. Por 114 años resistió temporales y vientos huracanados, pero no pudo con la desidia de funcionarios que no supieron, no pudieron o no quisieron cumplir con su deber.
El faro Recalada a Monte Hermoso, el más alto en toda Sudamérica, finalmente se apagó después de 114 años de mantenerse erguido y destellante con su potente haz de luz.
El gigante de acero cayó rendido frente a la inacción de quienes debieron ser fieles custodios de este verdadero icono de nuestra ciudad. Lo que no pudieron hacer miles de temporales, ni los vientos huracanados más fuertes del planeta que lo azotaron durante años, lo lograron funcionarios que no supieron, no pudieron o no quisieron cumplir con su deber.
Hace ya más de tres lustros la Municipalidad de Monte Hermoso suscribió un convenio con el Servicio de Hidrografía Naval de la Armada Argentina a partir del cual se procedió a la reparación y pintado de la estructura de acero, como así también a la creación de un museo histórico naval instalado en dependencias existentes al pie del faro, todo con la inestimable colaboración de la gente del museo de la Base Naval Puerto Belgrano, un subsidio del estado Nacional y el de vecinos de nuestra comunidad que realizaron distintos aportes.
Una de las donaciones más emblemáticas, de hecho, fue la de Nicola Suzic, constructor de barcos y pionero de Monte Hermoso, quien nos obsequió su bien más preciado: su velero «Frankopan». Hoy, lamentablemente, esa embarcación histórica se encuentra tirada y en un estado de abandono total. Quiero aprovechar estas líneas, precisamente, para pedir disculpas a sus familiares por haber faltado a la palabra empeñada y no haber mantenido esta verdadera joya en buen estado de conservación.
A raíz de los trabajos realizados la Armada cedió a favor del municipio la posibilidad de explotar turísticamente las zonas puestas en valor, lo que permitió el inmediato ingreso de recursos a la arcas municipales a partir del cobro de un derecho de ingreso, los que debieron ser depositados en una cuenta especial aprobada por ordenanza y destinada exclusivamente al mantenimiento del complejo Faro Recalada.
La pregunta que cabe hacerse ahora es: ¿adónde fueron a parar los dineros recaudados durante años cuando deberían haber sido usados para un único fin? Sin dudas el destino no fue el convenido, y seguramente tuvieron algún otro empleo.
Lo cierto es que esta realidad de nuestro faro duele. El abandono y la desidia pusieron de rodillas a este verdadero emblema que vio nacer, crecer y desarrollarse a nuestro amado Monte Hermoso.
Las ciudades turísticas más importantes del mundo no solamente invierten, sino que cuidan con mucho celo aquellos monumentos como el Faro Recalada que, además de ser un atractivo y una fuente de recursos, constituyen la génesis y son parte de su historia.
Monte Hermoso nació junto al faro. Es, no tengo la menor duda, la estructura símbolo del balneario, y hasta hace un tiempo nadie podría haberlo imaginado apagado, y mucho menos en el estado herrumbroso en que se encuentra hoy.
Habrá algunos a los que no les importe el estado de nuestro faro, y a otros quizás ni les interese esta situación, pero seguramente somos miles los montehermoseños a los que nos caló hondo lo que está ocurriendo. A todos les digo: no solamente estaremos en alerta, reclamando, sino que a partir de ahora seguramente participaremos activamente de la defensa de nuestro fiel custodio. Porque a muchos de nosotros sí nos importa.
* Intendente de Monte Hermoso entre 1993 y 2005 y diputado provincial entre 2005 y 2017.
Video: Inteligencia Drones
Fotos: Archivo LNP