Los fardos de papel cubren las paredes laterales del moderno y gigante salón, que tiene el techo por las nubes y un piso de cemento donde van y vienen, energizadas con el aire que ingresa por el portón principal, las “migajas” de todo lo que se cae a la hora de reciclar y acopiar. En los rincones, pilas de cartones; sobre la balanza, cuadernos y libros que llegaron desde el sur; y en el medio de la escena, ella, la vedette del lugar: una enfardadora automática de hierro macizo, modelo 2024, marca “Nantong Cotton” y traída desde China.
“Impone respeto, ¡viste!”, arrancó diciendo Luis Gonzalo Tamames, empresario versátil que apostó al rubro de “convertir residuos en recursos” hace cinco años, dándose “máquina” en su casa, encerrado, mientras la pandemia del covid-19, tristemente, ponía de rehén al mundo entero.
El primer paso lo dio apostando a una marca propia y cien por ciento bahiense: Nicki, que fabrica, vende y distribuye papel para la higiene personal e industrial.
“La idea la tomé por el impulso que me dio un grupo de amigos que vive en Buenos Aires y con una experiencia que llegó al cuarto de siglo en lo que es el reciclado. Ellos me abrieron la mente, me aconsejaron arrancar de cero y, conjuntamente, estamos expandiendo el proyecto en todo el país”, se sinceró Tamames en la mini oficina ubicada en el acceso al galpón de 30×30 de calle Charlone 2161.
A los 51 años, este “personaje” emprendedor, que hoy preside la subcomisión de fútbol de Pacífico, dice ser feliz con lo que tiene, que la inversión para conseguir el sueño de la planta de reciclaje propia ya la hizo y que la empresa va a continuar creciendo mientras el papel y el cartón sigan siendo parte de cada familia y una necesidad de la sociedad en todos los aspectos.
– ¿Por qué Nicki?
– (Sonrió y tardó en contestar). El logo lo copiamos de una marca de España que se dedica a lo mismo. El perrito me pareció simpático y le tuve toda la fe para que se imponga en el mercado. El diseño es idéntico y Nicki está registrado con patente original y con la firma del titular, que soy yo… (más risas).
“El 1 de marzo de 2020 sacamos a la calle la primera producción de papel higiénico, bobinas industriales y rollos de cocina, y cuando se desató la pandemia aumentamos el stock con toallas de mano e intercaladas, cajas para pizzas y empanadas, conos de papas fritas y bases para panchos, más dispensers para jabón y rollos”, enumeró mientras miraba de reojo los distintos movimientos de sus empleados: Axel Gangi (asesor logístico), “Piri” (encargado) y Rita y Joan (separadores).
Su hija Camila (22 años) lleva la agenda -al pie de la letra- del día a día y fue quien lo convenció para que deje el comercio de la ropa (formal e informal, damas y caballeros) y se meta de lleno en lo que hoy es su principal fuente de ingresos.
Para que usted entienda el proceso, “un circuito de ida y vuelta”, tal como explicó el responsable de la firma, es así: la materia prima (el papel) llega en canastos, se vuelca en la cinta transportadora, sube a la parte neurálgica de la enfardadora y por un costado salen los cubos compactos y atados con alambre. Son 15 toneladas de producto terminado cada hora.
Después, esos fardos se venden a las distintas papeleras del país para elaborar el papel tissue (se utiliza el papel blanco) y la cartulina (con el cartón).
A su vez, el nailon se tritura, se hace fardo y se convierte en polietileno.
“Todo se recicla, es un circuito cerrado y perfectamente mecanizado; fíjate que todo lo que va de una manera vuelve de otra”, indicó, con soltura, el ex lateral del verde de Bahía, al que hoy le está dando una mano gigante desde el sitial dirigencial.
“Igualmente, el primer eslabón es el reciclado, más allá de que nosotros, al activar la fábrica, empezamos por el segundo, que fue la venta directa, minorista y mayorista, de todos los productos Nicki”, detalló.
El salón se empezó a construir – de cero – a principios de 2021, aunque se encuentra activo desde hace nueve meses. Por él pasan entre 70 y 80 cartoneros por día y es una de las plantas (existen otras dos en Bahía) más visitadas por clientes que traen la materia prima de distintas localidades de la zona y del sur argentino.
La recicladora es única en Bahía Blanca y una de las pocas que trabajan activamente en Argentina.
“Nicki se hace camino al andar, estamos copando la zona, el suroeste bonaerense, pero el mercado que más nos interesa es Monte Hermoso”, disparó sin anestesia.
– ¿Cómo?
– Sí, queremos hacer ruido en Monte, empapelarlo con Nicki, poner banderas en la playa y que nos conozcan. Tenemos mercado, llegamos con nuestros productos, pero la idea es abastecer a las industrias, a las empresas y a los organismos municipales de esa ciudad. Los contactos los tenemos y sabemos que en calidad y en precio somos la mejor opción.
– Te sabés vender, ehhh…
– La idea, en un futuro, es instalarnos en Monte Hermoso, pero el primer paso es ir a visitarlos, invitarlos a que nos sigan por las redes sociales (papel higiénico Nicki en Facebook e Instagram) y ver la posibilidad de un buen negocio. El objetivo es convertirlo en cliente, con el espaldarazo de saber que los que vinieron a nosotros no se fueron más.
“Queremos abrir las puertas y entablar una relación directa con el gobierno de Monte, no solo en la comercialización de Nicki, sino también en la posibilidad de conseguir material para reciclar, porque, en definitiva, el fin es aumentar la producción a nivel local, zonal y nacional”.
La sede central de Nicky se encuentra en el partido bonaerense de Valentín Alsina y se encarga de la venta y la distribución hacia el norte argentino, mientras que la seccional de Bahía Blanca llega hasta Ushuaia.
«Queremos hacer ruido en Monte, empapelarlo con Nicki, poner banderas en la playa y que nos conozcan»
La voz de la experiencia
“Nací entre los cartones, desde que tengo uso de razón siempre trabajé de esto; es lo que sé hacer”, manifestó Axel Gangi, de 27 años, y el capataz de un “circo” que crece a pasos agigantados.
– ¿Cómo es un día de trabajo en el galpón?
– Apenas llegamos, le damos de “comer” a la enfardadora con todo lo que les compramos a los clientes (en su mayoría cartoneros) y que dejamos preparado del día anterior. Durante toda la jornada (de 8 a 16) se hacen fardos (entre 10 y 15 por día) y se recibe material, el que se selecciona y se revisa antes de derivarlo a la cinta.
– ¿Se encontraron con alguna sorpresa entre papeles y cartones?
– Una vez, un perro muerto, pero mayormente ropa o juguetes pequeños de niños, como autitos o muñecos.
“La gente tira muchos libros, los que te da pena destruir porque no se recuperan más”.
Tamames interrumpió solicitando el permiso del caso: “Los libros de lectura, manuales y enciclopedias los apartamos para donarlos a distintas bibliotecas barriales o se los entregamos a familias que los necesitan para sus hijos”.
– ¿Cuánto se paga el kilo de cartón?
– 80 pesos. Lo máximo que hemos pesado fueron 10 toneladas, un camión entero.
Enseguida, Tamames se explayó en un tema que, de a poco, va haciendo mella en la conciencia de la gente.
“Es primordial cuidar el medioambiente”.
– Como Pacífico
– Uhhh… Un sentimiento, Nicki y el verde, un solo corazón.