Una errónea información ha venido circulando, sobre todo a través de las redes sociales, acerca de que “se aprobó en Diputados la ley de vacuna obligatoria del covid-19”.
Lo concreto es que el 7 de octubre la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley que declara de interés público la investigación, desarrollo, fabricación y adquisición de las vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra el Covid-19 en el marco de la emergencia sanitaria. La aprobación fue por 208 votos afirmativos, 8 negativos y 11 abstenciones, y el texto fue girado al Senado para su tratamiento.
Sobre el proyecto, el diputado Pablo Yedlin (Frente de Todos), titular de la Comisión de Acción Social y Salud Pública, explicó que “incluye requisitos excepcionales a nuestra forma de contratación”, a fin de habilitar contratos para obtener la vacuna. “Es la responsabilidad del Ministerio de Salud llevar adelante estas contrataciones en un mercado escaso”, añadió.
Como se desprende de la información oficial, el proyecto girado a la denominada Cámara Alta no hace referencia alguna a la obligatoriedad de la vacunación contra el covid-19, como erróneamente se difundió.
Consultada por la supuesta obligatoriedad de la aplicación de la vacuna, la diputada opositora Carmen Polledo, vicepresidenta de la comisión que preside Yedlin, dijo: “Lo único que se ha votado es darle herramientas al Poder Ejecutivo nacional, a través del Ministerio de Salud, para llevar adelante los contratos necesarios para la compra de vacunas”. El objetivo del proyecto, señaló la legisladora, es “adecuar la normativa jurídica para poder llevar adelante esas compras y no tiene nada que ver con la obligatoriedad”.
Algunos de los diputados que votaron a favor también hicieron aclaraciones similares. El opositor Fernando Iglesias, por ejemplo, aclaró que “la obligatoriedad rige para las vacunas ya existentes; en el proyecto aprobado no se incluye ninguna obligatoriedad”.
Sobre otro de los aspectos cuestionados, Carla Mitelman, abogada e integrante del Instituto de Derecho Sanitario del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal, dijo que “no es posible afirmar en este momento que el proyecto otorga inmunidad a los laboratorios frente a los reclamos por sus vacunas”. Según la especialista, “si finalmente se otorga o no esa inmunidad dependerá de lo que el gobierno termine acordando con cada laboratorio”.
Confidencialidad de los compuestos
Con respecto a la confidencialidad sobre los componentes de las vacunas, otro tema observado desde algunos sectores, el proyecto de ley efectivamente “autoriza a incluir cláusulas o acuerdos de confidencialidad acordes al mercado internacional”, pero, afirman, “siempre y cuando respeten las leyes 27.275, de Acceso a la Información Pública, 26.529, de Derechos del Paciente, y normas concordantes, complementarias y modificatorias”.
Consultada por el alcance de estas cláusulas, la ya mencionada diputada Polledo dijo: “No es que nosotros no vamos a saber qué tienen las vacunas. No vamos a poder contárselo al público, que es distinto”. Además, detalló que se prevé la conformación de una comisión integrada por las autoridades del Senado y de Diputados, que será la encargada de revisar los contratos.
Serias objeciones
La doctora Roxana Bruno opinó sobre la protección que la norma aprobada en Diputados le otorga a las empresas farmacéuticas para la experimentación de las vacunas en los argentinos.
“Esto significa, dijo, que están permitiendo la experimentación sobre los cuerpos de los ciudadanos argentinos, despreciando las opciones no invasivas y seguras de la vacunas desarrolladas en el país”.
Bruno analizó la inoculación en humanos del segmento genético del virus, sosteniendo que “no se trata de una vacuna sino de una transgénesis. El patógeno no se pudo aislar y solo se están inyectando genes y esto puede ser muy peligroso”.
Remarcó que “como seres humanos ‘inmunocompetentes’, lo ideal hubiera sido poner el foco de atención en el aislamiento de la población de riesgo mientras que el resto, la población sana, no tendría que haber sido aislada ya que “no tener contacto con el virus no ayuda a fortalecer el sistema inmunológico”.
Al mismo tiempo, se refirió a la cuarentena prolongada y sostuvo que “tanto encierro deprime el sistema inmunológico. El estrés es uno de los factores que debilitan el sistema inmunológico y esto no ayuda a poder hacerle frente a la enfermedad en caso de contagio.
También advirtió que “la inoculación que se está llevando adelante en las pruebas dieron malos resultados en animales y en algunos casos están produciendo enfermedades autoinmunes, como la Mielitis transversa; están proponiendo una vacuna que podría ser peor que la enfermedad”, concluyó Bruno.