Verónica es una vecina de Médanos que lleva arraigado a René Favaloro en su corazón trasplantado. Luis Jesús vivía junto a su familia en Sauce de la Luna, pequeño pueblo del interior entrerriano.
Fueron vidas paralelas, nunca se encontraron. Por esas coincidencias fortuitas e inexplicables, cardiocirujanos moldeados en la forja de Favaloro hicieron posible que Verónica y Luis Jesús se entrecruzaran al borde de sus vidas y compartieran el corazón.
No conocí a Luis Jesús, sí a Verónica. Fue en septiembre del año pasado en la biblioteca Bernardino Rivadavia, cuando presentamos el documental “Favaloro, entre Bahía Blanca y Jacinto Arauz”.
Días antes del estreno un vecino de Verónica me llamó para contarme sus problemas cardíacos y el ferviente deseo que tenía de asistir a la presentación. Estaba internada en la Fundación Favaloro de la Capital sometida a los chequeos habituales derivados del trasplante de corazón en 2016. Surgieron complicaciones, se extendió la internación, no pudo viajar a Bahía.
Decidí llamarla para saber cómo estaba y avisarle que a pedido del público habíamos programado una nueva emisión del documental. Me respondió desde el coche, iban por la ruta 205 pasando Cañuelas, camino de regreso a Médanos. Lo primero que me dijo, textual: antes de ir a casa vamos a entrar a Bahía para retirar en la Biblioteca las entradas de la nueva función.
Allí estuvo, ahí conocí en vivo a Verónica y familia. Desde entonces hablamos seguido, cuenta que corre maratón, anda a caballo, en bicicleta, disfruta de los hijos, de la vida.
Hace pocos días volví a llamarla para invitarla a Jacinto Arauz donde el próximo 9 de mayo los vecinos verán por primera vez el documental del médico rural que les ganó el corazón.
En la charla me animé a preguntarle si sabía quién era el donante del corazón que late en su pecho. Me contó que en 2015 la enfermedad coronaria que padecía se agudizó y su nombre se sumó a la lista de pacientes en emergencia nacional del INCUCAI. Diarios de la época cuentan que en una carrera de caballos de un paraje cercano a su pueblo, el jockey Luis Jesús sufrió un grave accidente.
Tenía 30 años, cayó del caballo, golpe en la cabeza, muerte cerebral pero su corazón seguía latiendo. La familia, humilde, numerosa y solidaria, decidió donar sus órganos. Ese acto de amor al prójimo permitió el trasplante exitoso, que el corazón de Luis Jesús llegara a Verónica y le devolviera la vida.
La mamá entrerriana buscó por cielo y tierra dar con la persona que alberga el corazón de su hijo. La ley de donación de órganos establece que los datos personales de donantes y receptores son confidenciales, pero no impide que las familias procuren conocerse y establezcan contacto personal.
Le llevó tiempo, dio con Verónica. Desde entonces están en contacto, hablan seguido por celular, tienen motivos para conversar.
La mamá y los hermanos de Luis Jesús quieren conocerla. Sobre todo abrazarla, pecho a pecho. Solo trasplantados y familiares del donante pueden experimentar en carne propia el significado y la profundidad de ese abrazo.
Verónica también espera con ansiedad viajar pronto a Sauce de la Luna. No es para menos, en ese rincón entrerriano por primera vez estará junto a la familia de Luis Jesús.
Nunca mejor dicho, al lado de su familia del corazón.