Se realizó este lunes 28 de noviembre el sorteo de las 30 viviendas de carácter social que el municipio de Monte Hermoso construyó. Había una gran cantidad de inscriptos que reunían las condiciones para ser adjudicatarios de un número que les permitía soñar con la tranquilidad de la vivienda propia.
Las primeras dos viviendas se adjudicaron a familias de personas con discapacidad y el resto a los demás anotados, con un sorteo legal que contó con el desarrollo y fe del escribano local Hugo Álvarez Bayón, el detalle paso a paso por pantalla gigante y el relato del secretario de Comunicación Claudio Nicolás Espinosa.
Más allá de la prolijidad y la acertada modalidad que respetó cuestiones tales como las familias que tienen 30 años o más viviendo en el lugar, como siempre, los ecos de ese sorteo se hicieron ver en el día posterior en las redes sociales, especialmente en Facebook.
Disímiles opiniones, enojos, frustraciones, alegrías, solidaridad, reclamos. Todas las posturas las encontramos allí. Sin embargo, más allá de las opiniones personales que sustentan el sentir de cada uno, es verdad que 30 viviendas son pocas para un problema habitacional acuciante, que no solo afecta a Monte Hermoso sino a todo el país.
Cada vez es más difícil llegar a la construcción de la vivienda propia, ya que –por empezar– los terrenos rondan desde 20 mil dólares para arriba. Y si a eso le sumamos la inestabilidad económica de hoy, que incluye la falta de empleo registrado que garantice un ingreso estable, la falta de iniciativas de emprendimientos lo suficientemente rentable que permitan un exceso en los ingresos para permitir la construcción y, además, el hecho de que cada familia tiene que afrontar los gastos de manutención y también el poder enviar a sus hijos a estudiar fuera del lugar.
Todo el combo limita seriamente la posibilidad de la construcción por vía económica propia. Tenemos que mencionar las posibilidades de los créditos PRO.CRE.AR que incentivan y facilitan, así como los créditos hipotecarios que son una posibilidad certera para los empleados, especialmente del estado (municipal, provincial o nacional).
Pero aun teniendo en cuenta todos estos factores, el tema de la vivienda está lejos de resolverse. Sabemos que es un tema que preocupa mucho al intendente Marcos Fernández y que es su deseo poder hacer más cosas para brindar más alivio a los montermoseños. Sin embargo, 30 viviendas en diez años son pocas. Recordemos que los últimos barrios construidos fueron el Abraham y el Kirchner, que se entregaron en 2013.
Los reclamos de los ciudadanos pueden ser más o menos válidos; sin embargo, hay que reconocer que esta es una cuestión de estado, un asunto que solamente puede aliviarlo el estado municipal o provincial (sea cual fuere el que aporta los recursos económicos).
Pero Monte Hermoso tiene muchos otros temas de los que ocuparse: la faltante de agua corriente en verano, el agua potable para Sauce Grande, las cloacas y su deficitario funcionamiento en verano, las obras públicas que están en marcha, el cementerio, etcétera. Que no desmerecen la gestión del jefe comunal, sino que visibilizan que la problemática habitacional debe ser prioritaria.
Muchos de los mensajes públicos hablaban de la esperanza y de una próxima oportunidad. Ese sería el mensaje alentador. Porque más allá de una promesa de campaña, están en marcha las gestiones para el sorteo de 300 lotes para construcción de viviendas, la entrega de los dúplex para aquellos que cuentan con la posibilidad de acceder a créditos PRO.CRE.AR y la promesa de continuar con las viviendas de carácter social.
Digno es de destacar, también, la silenciosa y eficiente labor del subsecretario de Hábitat y Vivienda, Sergio Álvarez.