“Cuando vuelvo a Argentina, lo primero que hago es ir a Monte, una prioridad que ya se me hizo costumbre”.
Desde Ilha Grande (o Isla Grande, en español), del estado brasilero de Río de Janeiro, rodeada de playas, cubierta por bosque atlántico y atravesada por sinuosos senderos, la comunicación era perfecta, y Rocío Pérez, nacida en Ingeniero White pero desde 2019 montermoseña por elección, rompió el hielo con un efusivo “gracias por difundir lo que hago”.
Después de la pandemia, esta docente de Inglés, de 35 años y mamá de Santo (de 12) decidió romper con la rutina de todos los días para dedicarse de lleno a su gran pasión: viajar en velero y vivir en el mar.
Si, así como lo leyó. Siguiendo los pasos de su papá Germán e involucrada al mundo náutico desde que tiene uso de razón, vio con buenos ojos la idea de fundar su propia empresa y así nació “Yemanyá”, que se dedica a organizar viajes en velero y a experimentar actividades a bordo con el fin de “expandir una forma de ser y de habitar el mundo en conexión con el mar”.
Ese es solo el comienzo de una historia que «Rochi», que va y viene entre Bahía Blanca, Monte y el país carioca, describe como “fascinante”.
“El proyecto surgió y se desarrolla íntegramente en Brasil, donde el deporte náutico es común. Sus aguas cálidas permiten una gran variedad de actividades, como la navegación, buceo, surf, snorkel y kitesurf. Isla Grande es un destino turístico internacional con movimiento todo el año, no solo en verano”, cuenta esta aventurera que en septiembre del año pasado disfrutó de una “travesía increíble” por el Polo Norte.
“Cada encuentro con el mar es un ritual; el mar nos convoca a conectar con nuestra propia esencia y habitar el estado de plenitud y goce”, dice, a modo de apertura, la página web de “Yemanyá”, compañía dedicada a crear propuestas de navegación combinadas con acciones como surf, buceo, SUP, yoga, trekking y una alimentación consciente.
“Brindamos tres servicios. Uno de ellos son las experiencias Blue Heaven, nombre que tomé prestado del barco de mi padre. Los interesados contratan la embarcación con skipper (capitán a bordo), eligen su propia ruta de navegación y también las actividades que desean realizar”, señaló quien ya navegó por la Patagonia Argentina, Uruguay, costas de Río de Janeiro y el Atlántico Norte.
Asociada con Vani Lopes, quien coordina las experiencias Sailing Ilha, y Sebastian Clérico, encargado de Blue Heaven, Rocío cuenta que el recorrido más común es partiendo desde Angra dos Reis y visitando las islas de Gipoia, Lagoa Azul, Botinhas, Caraguas y otras paradisíacas del sector. “La excursión dura según el servicio que se contrata, pero siempre el mínimo es de dos días. Por el momento, en lo que va del año, ya recibimos más de 50 turistas de todas partes del mundo”, acota con orgullo.
Acto seguido explicó cómo es la experiencia Sailing Ilha: “Con la modalidad Retrip (retiros experimentales) se busca la indagación interna y la transformación personal. Está destinada a grupos de hasta 10 personas y cuenta con un itinerario de navegación establecido, más actividades deportivas y propuestas de alimentación pre definidas”.
“Ya cerramos fechas con distintos grupos (`Viajar Juntas´, `Enraizadas´ y `Yoga Balance´), y a su vez podemos contar con el servicio Surf Trip, que incluye navegar hacia los puntos más exóticos donde se puede practicar esta disciplina: playas de Lopes Mendes y Aventureiro”, agregó.
Aclarando que la experiencia se puede empezar a vivir desde Isla Grande o de la bahía de Angra dos Reis, esta capitana de su propio destino asegura que “lo que más valora la gente es la posibilidad de vivir una experiencia totalmente única y transformadora”.
Y en un mundo de paz, sueña… “Navegar nos invita a ver el mundo desde otra perspectiva, a explorar lugares a los que solo se accede por mar, a valorar los recursos básicos como el agua dulce que cae de la montaña o la luz que obtenemos del sol”.
– Dan ganas de ir
– Es conectar con el presente. Quiero siempre volver al mar, a Yemanyá, y también a la montaña, a la tierra, al aire fresco y puro que me conecta con mi simple humanidad.
En primera persona
Rocío se inició en la navegación en el Centro de Actividades Náuticias (CAN) de Monte Hermoso, y sus primeras clases de vela ligera en Pampero se dieron en la laguna Sauce Grande.
“Siempre le voy a estar agradecida al CAN, mi primera escuela de vela, pero más que nada por acercar el deporte náutico a la comunidad montermoseña, y por seguir de cerca cada una de mis travesías extendiendo redes de contacto con tal de facilitarnos maniobras, rutas de navegación y actualización del pronóstico”, sostiene antes de mostrar algunas fotos, vía WhatsApp, de lo que fue el cruce del océano Atlántico, desde Ponde Inlet (Canadá) hasta el archipiélago Azores, y de ahí a Groenlandia, siempre en comunicación satelital con el CAN de nuestra ciudad.
– ¿Qué fue lo que te inspiró a abrir las alas y a volar hacia un proyecto tan particular y novedoso?
– El plan surgió hace dos años motivada por el deseo re definir mis objetivos personales y de re direccionar mi vida. No le encontraba sentido al hecho de trabajar todo el año a full, yendo de un lado para el otro con tal de llegar a dictar clases y que solo pueda tener un mese de vacaciones.
Sentía que me quedaba poco tiempo para disfrutar de mi hijo y de las actividades que tanto me gustan, como surfear, bucear y navegar.
“También vi la necesidad de crear espacios de fortalecimiento femenino en el mundo náutico. Si bien las travesías más grandes (Patagonia Argentina, Uruguay, la costa Brasilera, el Atlántico Norte, Groenlandia, etc…) las realicé de la mano de hombres (entre ellos mi papá), a quienes les agradezco por la experiencia y el aprendizaje, sentí que llegaba el momento de empezar a navegar sola y a compartir lo aprendido con otras mujeres”.
– A ese punto querías llegar, a tus amigas.
– Si, mis amigas del mar son mi fuente de inspiración más grande. Mujeres de Monte Hermoso, como Idina Coria y Cami Larrea, co-fundadoras de la Escuela de Mar; Valeria Vitale, fundadora de la Escuela Náutica de MH, y también Nati, Lola, Caro, Tita, Lucía, Vero, Patricia, Maga, mujeres con una potencia y sensibilidad capaces de transformar el mundo. De ellas me nutro e inspiro constantemente.
“Compartimos viajes, campamentos, aventuras, mis afectos más importantes están en Monte, por eso voy todo el tiempo, en cualquier momento del año. En 2019 decidí radicarme y en un futuro me imagino quedarme a vivir para siempre”.
– ¿Cuál fue el mejor consejo que te dio tu papá?
– La forma de pensar y de sentir. Mi padre vendió una casa que tenía en Corrientes, compró un barco y se fue a vivir al mar. Tira el ancla donde le parece que está bien y celebra de estar donde quiere estar. Siempre me dice: “vos podés desear lo que quieras”, “todo lo que decidas crear, ya está a tu alcance” o “decidí y andá, dirígete”.
– Como fundadora, ¿cuál es tu función en “Yemanyá”?
– Hago un poco de todo, aunque me enfoco bastante en el hecho de generar alianzas comerciales con otras organizaciones, como grupos de viajeros, de surfers o turistas amantes de la navegación. En síntesis, tejer estrategias con empresas que ya tienen cierta comunidad y credibilidad en las redes sociales. De esa forma amplió mis canales de venta y de comunicación, sin dejar de lado el compromiso que tengo arriba del barco, que es coordinar las distintas actividades.
Hace una semana Rocío participó de una regata en Angra Dos Reis, Río de Janeiro, a la que calificó como “alucinante”.
“Fue un honor ser parte de la regata Bracuhy como comandante del primer equipo femenino de Isla Grande, representando a la escuela Náutica de la Isla. En el evento participaron más de 130 barcos, y el nuestro fue uno de los cuatro con tripulación totalmente femenina”.
Y cerró con una frase que la pinta de cuerpo entero: “Navegando conocí lugares hermosos, pero Monte es mi lugar en el mundo”