Volvió la ‘revolución de la alegría’ al barrio Esperanza: el grupo Buscando Sonrisas de Bahía Blanca está nuevamente de misión en Monte Hermoso

Grupo misionero buscando sonrisas en Monte Hermoso

Por segundo año consecutivo, el grupo misionero Buscando Sonrisas, perteneciente a la capilla San Cayetano de Bahía Blanca, está en nuestra ciudad llevando a cabo una nueva misión de invierno en el Barrio Esperanza.

Misionar es, para estos chicos, un modo de vida. Se trata de una actividad propia de los grupos de jóvenes católicos que buscan vivir y difundir el mensaje del Evangelio entre quienes atraviesan situaciones existenciales de necesidad material o espiritual.

Al verlos, es fácil que resuenen las palabras con las que San Pablo se dirigía a las comunidades cristianas nacientes, cuando los exhortaba sin rodeos a vivir en alegría: «Alégrense siempre en el Señor. Vuelvo a insistir, alégrense. Que la bondad de ustedes sea conocida por todos».

Esas mismas palabras, que conectan más de dos mil años de la historia misionera de la Iglesia, parecen pronunciarse de nuevo hoy dirigidas a este grupo de jóvenes, alegres.

Otra vez por acá

Con ese espíritu, y para completar una tarea que pueda hechar raíces, los chicos de Buscando Sonrisas visitan durante tres años seguidos el destino elegido para misionar. Por eso llegaron una vez más a Monte y particularmente al barrio Esperanza, donde realizan distintas actividades con chicos y grandes hasta el próximo domingo.

«Lo que buscamos como grupo misionero es lograr un primer acercamiento a las personas que viven en el lugar, poder charlar un poco acerca de su vida, su familia, sus gustos, etcétera; y allí dar a conocer el grupo, qué hacemos, por qué y para qué. Y finalmente tratamos de entablar una relación que, siempre que podamos, perdure en el tiempo», nos cuenta Florencia.

Los chicos del grupo Buscando Sonrisas en la Capilla San Cayetano de Bahía Blanca

«No tiene que ver con teoría, ni ‘enseñanzas’, ni nada que tenga que ver con transmitir un aprendizaje formal; sino con poder ser, primero y principal, testimonio de amor, y testimonio de fe, de lo que nos mueve a misionar y a trasmitir lo que en algún momento se nos transmitió a nosotros» amplía entusiasmada la joven.

Mirada profunda

«Cuando decimos ‘Monte Hermoso’, cualquiera se imagina playa, boliche, primavera, recitales, etcétera. Pero si hacemos un par de quilómetros para el lado de ‘las dunas’, podemos ver que detrás de algunos pinos, se vive una realidad completamente distinta. Allí se encuenta el Barrio Esperanza; y así como nosotros poco a poco fuimos siendo conscientes de la otra cara de la moneda, es algo que queremos que se sepa».

Así reflexiona Florencia, demostrando que detrás de la sonrisa hay un compromiso con la realidad, esa realidad que no es ‘color de rosa’.

«Es necesario que el barrio se conozca, es necesario olvidarnos un poco de la parte turística de Monte, y embarrarnos un poco, y palpar otras realidades, otras necesidades, otras prioridades».

«Queremos abrazar todas las realidades que se nos presentan, pero por sobre todas las cosas, la vida de los más desfavorecidos, de los más necesitados, de aquellos que estan ‘olvidados’»

«Como iglesia queremos abrazar todas las realidades que se nos presentan, pero por sobre todas las cosas, la vida de los más desfavorecidos, de los más necesitados, de aquellos que estan ‘olvidados’, y de quienes la lógica del mundo de hoy no hace partícipes de los mismos beneficios de los demás».

Adultos que acompañan

Mónica pertenece a la rama adultos de Buscando Sonrisas y nos contó que, si bien la mayoría de los más grandes son padres de los chicos del grupo, cualquiera puede acercarse a formar parte.

«Nos reunimos cada 15 días en la Capilla San Cayetano, en el mismo horario se reúnen las distintas ramas de los chicos», dice Mónica, con rostro también alegre. «Hace unos cuantos años que venimos acompañando, hasta que decidimos formar también rama de adultos; y así el grupo está integrado por todas las edades».

Los adultos tienen como tarea acompañar a los chicos en lo que necesiten. «En distintas oportunidades acompañamos en convivencias, campamentos y misión. Este año, por ejemplo, organizamos la campaña solidaria «Tu Amor Abriga», en la que pedimos cuadrados tejidos, lana, polar, y con esto se hicieron mantas y cuellitos que se llevan a la misión; esta campaña que sigue vigente», resume.

Solidaridad que contagia

La dedicación con la que estos chicos asumen las tareas y el tiempo que comparten con los vecinos del barrio, no dejan de producir frutos.

Poco a poco, mientras pasan los días y el eco de la presencia en el barrio se va difundiendo, llegan manos solidarias que se suman a las de ellos, conformando así un espectáculo digno de apreciar, agradecer y transmitir.

La comunidad los recibe año tras año con entusiasmo y, es el deseo de todos, la semilla de esa vida compartida queda para siempre. Por los frutos se la reconocerá.

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