En la causa iniciada por Luciana D’alessio por ocupación ilegal de un sector del predio familiar de Dufaur al 1400, se había dictado la orden de desalojo. Como ya informamos, era de cumplimiento supeditado a la reubicación de los ocupantes debido a la presencia de menores.
Pero, finalmente, el sector fue desocupado sin intervención judicial.
¿Cómo se explica? Por un hecho que permanecía en un halo de sombras. La saga de la usurpación tiene una protagonista que aparecía en la nebulosa del relato.
Mencionada por nombres de fantasía utilizados para interactuar en las redes sociales (“María Magna” o “Alma Perruna”), María de las Mercedes Lassaque, conocida por muchos también como Mechi González, habita una de las tres casas del predio.
Luciana D’alessio lo confirma pero sostiene que también es ocupante ilegal y la acusa de ser cómplice de la usurpación. Y por esto se tramita otra causa, en el fuero Civil.
“Yo tengo permiso para vivir acá porque Esteban (hermano de la doctora D’alessio), me designó cuidadora”, se defiende. “Tengo cuatro años viviendo y cuidando el predio con mucho cariño para que esta mujer distorsione todo…”, alega.
“Yo fui quien intervino para que le restituyeran la casa del conflicto y ahorrarle los tiempos legales y para que se calmara”, nos cuenta “Mechi”.
“La otra gente se retiró gracias a mi intervención; yo les conseguí un lugar donde estar, con la ayuda del municipio que tanto bastardeó (alude a Luciana D’alessio)”.
A su vez, la demandante aclara que “el comodato está vencido y es una ocupante ilegal y además es la cómplice que allanó el camino a los usurpadores”.
“Tenga o no comodato, que dicho sea de paso es un préstamo, eso no le da derecho a nada de lo que hizo… y trajo usurpadores amigos para poder quedarse”, dice D’alessio. “Ahora es una ocupante ilegítima que se tiene que ir y no se va; es instigadora y cómplice de todos los delitos ocurridos”, concluye tajante.
“Yo vivo ahí desde el año 2016 con la autorización de Esteban (con quien ahora está enfrentada), so promesa de cobro de haberes que jamás cumplió”, alega “Mechi”. “No quieren pagar todo el tiempo mío de trabajo. Y la casa donde habito es mía del primero al último clavo. Tengo más de 40 personas que pueden dar fe”.
Cabe aclarar que en el predio hay tres viviendas, la principal, que hoy ocupa Javier, el casero contratado por Luciana D’alessio; la casa prefabricada, ahora desocupada por los intrusos; y una cabaña habitada por la señora Lassaque, que, como quedó dicho, aparentemente construyó ella.
Sin mencionarla por su verdadero nombre (el que sin dudas conocía), la psiquiatra D’alessio siempre le atribuyó a Lassaque vínculos con el municipio. Esta última confirma que trabaja en el área de Bromatología de la municipalidad pero según aseguró a este medio el pasado lunes “estoy yendo a renunciar”. Le consultamos por los motivos: “siempre fui emprendedora, es la segunda vez en mi vida que estoy en relación de dependencia; claramente no me hallo”, respondió a nuestra consulta.
Las autoridades, como es lógico, siempre manifestaron estar al margen de cualquier injerencia en la cuestión y de la imposibilidad de actuar por razones de competencia.
La trama de la usurpación, cuya difusión en medios nacionales instaló por varios días a nuestra ciudad en un desagradable sitial, parece haber dejado al descubierto todos sus vericuetos y pormenores.
Creemos compartir el deseo, que suponemos unánime, de que el momento de ponerle fin a esta ingrata situación esté llegando.